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En uno de los posts sobre el workshop Apps&Business que realizamos en octubre os hablamos de la aplicación que la gente de Wakeapp estaba desarrollando para Jorge Drexler. Ya está disponible en App Store y Google Play. La descarga es gratuita con opciones de pago en su interior. Su título es «n», en referencia al gigantesco número de combinaciones posibles con las partes del contenido y su interacción con el usuario, su posición, etc. En la web del cantante hispano-uruguayo tenéis una detallada explicación del proyecto.

Como en aquél famoso cómic de Superman, uno empieza por encontrar dificultades para definir qué es exanctamente: No es un disco, ni es un juego, ni es un ‘single’, ni siquiera es una aplicación interactiva para acceder a canciones, al estilo del experimento de Bjork con Biophilia (la foto de abajo ilustra la interfaz en la que la aplicación asume las veces de ‘soporte interactivo’, pero el concepto de contenido -canciones cerradas y empaquetadas- se mantiene intacto).

iPhone Screenshot 1

Jorge Drexler las llama ‘aplicanciones’. En el fondo, la idea consiste en fusionar dos procesos creativos: el del cantante-compositor y el del desarrollador. De hecho, por lo que pudimos conversar en Apps&Business con Kuki Bastos (director creativo de la app de Drexler), el proceso fue exactamente así: los desarrolladores iban perfilando la dinámica de posibilidades de uso (interfaz, modos de combinación de elementos…) determinando el proceso creativo de la canción (letra, estrofas, estribillos) y éste, a su vez, enmarcaba las posibilidades de aquéllos.

El resultado, además de hermoso, es fascinante. Drexler y Wake App han realizado un prodigioso ejercicio de deconstrucción del contenido cultural enfocado hacia el consumo como reconstrucción o reinterpretación de la obra. Una cuestión con un largo historial en semiótica y teoría de la literatura: desde Rayuela o los cadáveres exquisitos del surrealismo hasta los libros para adolescentes de historias de fanstasía medieval donde era posible elegir entre encrucijadas según uno optara por continuar en una página u otra del relato. La idea de un contenido abierto, moldeable por la experiencia del usuario hunde, de hecho, sus raíces en el problema de la legitimidad de la interpretación (¿cuál es la interpretación ‘correcta’ de un texto?) y destrona definitivamente la ‘intentio operis’ (la intencionalidad expresiva del autor) como guía definitiva y excluyente de la producción de sentido. El hacer del usuario adquiere aquí no sólo sentido intermretativo, sino también, sobre todo, creativo.

Que esto ocurra en el entorno del contenido móvil no es casualidad: son los rasgos del dispositivo y la tecnología móviles los que hacen posible plenamente lo que en otros soportes y formatos (como el libro o la novela) no había pasado de ser un ensayo o una declaración de intenciones. La idea de que una canción puede ser co-creada por los usuarios en función de sus elecciones o incluso de su desplazamiento por el espacio, además redunda en una constante que hemos anticipado en el caso de los contenidos móviles: ya no es únicamente el contenido el objeto de consumo, sino la creación, la re-creación, la capacidad de intervenir sobre él. Ocurre con la fotografía o el vídeo, no sólo consumimos la imagen, sino ya también la capacidad técnica (filtros, editores que permiten crear efectos…).

Bienvenidos, pues, a la era del contenido deconstruido…